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Liderazgo Humano en las Empresas: Valores que Transforman

Liderazgo Humano en las Empresas: Valores que Transforman

En el vertiginoso mundo empresarial actual, las organizaciones enfrentan un entorno competitivo que no solo exige resultados financieros, sino también una conexión genuina con las personas que forman parte de ellas. Este escenario coloca al liderazgo humano en el centro del éxito empresarial. Pero, ¿qué significa realmente liderar de manera humana? Y, más importante aún, ¿qué valores deben guiar a los líderes para transformar sus organizaciones?

La Esencia del Liderazgo Humano

El liderazgo humano trasciende las metas corporativas tradicionales para centrarse en las personas como el recurso más valioso de cualquier organización. Un líder humano no solo busca resultados, sino también fomenta un entorno donde los colaboradores puedan crecer, sentirse valorados y aportar lo mejor de sí mismos. Esto implica desarrollar habilidades como la empatía, la escucha activa y la autenticidad.

Valores Fundamentales del Liderazgo Humano

  1. Empatía: La capacidad de ponerse en el lugar del otro es esencial para comprender las necesidades y preocupaciones del equipo. Un líder empático construye relaciones de confianza y establece un entorno de trabajo donde las personas se sienten respaldadas.
  2. Integridad: La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace genera credibilidad. Los líderes íntegros inspiran a sus equipos, demostrando que los principios son innegociables.
  3. Transparencia: Compartir información de manera abierta fortalece la comunicación interna y reduce la incertidumbre. La transparencia genera un sentido de pertenencia al hacer que todos se sientan parte de la visión compartida.
  4. Humildad: Reconocer los errores y estar dispuesto a aprender de ellos es una muestra de fortaleza, no de debilidad. La humildad conecta a los líderes con sus equipos y fomenta una cultura de mejora continua.
  5. Responsabilidad: Un líder humano asume las consecuencias de sus decisiones y trabaja por el bienestar colectivo. Este valor refuerza la confianza y asegura un liderazgo justo y equitativo.

El Impacto de los Valores en las Organizaciones

Cuando los líderes adoptan estos valores, los beneficios se reflejan en todos los niveles de la organización. Los equipos se vuelven más comprometidos, la rotación de personal disminuye y la productividad aumenta. Además, las empresas con un liderazgo humano están mejor preparadas para atraer y retener talento, ya que los colaboradores buscan cada vez más entornos laborales alineados con sus propios valores.

Ejemplo Práctico: Un Caso Inspirador

Un ejemplo destacado de liderazgo humano es el de Satya Nadella, CEO de Microsoft. Desde que asumió el cargo, Nadella ha promovido una cultura de aprendizaje, empatía y colaboración. Bajo su liderazgo, Microsoft no solo ha alcanzado un notable éxito financiero, sino que también se ha consolidado como un referente en diversidad e inclusión.

Cómo Iniciar el Cambio

Para adoptar un liderazgo humano, es fundamental empezar por la autorreflexión. Pregúntate: ¿Están mis acciones alineadas con los valores que quiero transmitir? Luego, toma medidas concretas:

  • Fomenta el diálogo abierto con tu equipo.
  • Reconoce y celebra los logros individuales y colectivos.
  • Invierte en el desarrollo personal y profesional de tus colaboradores.
  • Predica con el ejemplo, demostrando los valores en cada decisión que tomes.

Conclusión

El liderazgo humano no es solo una tendencia, es una necesidad para construir empresas sostenibles y exitosas. Los valores de empatía, integridad, transparencia, humildad y responsabilidad son el pilar de este enfoque. Al practicarlos, los líderes pueden transformar no solo sus organizaciones, sino también la vida de las personas que las componen. Al final del día, el éxito empresarial más significativo es aquel que se logra poniendo a las personas en primer lugar.

Artículo en Linkedin. 

 

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Nuestro lado más humano

Nuestro lado más humano

Hace unos días, desde la web de LLYC, junto con DDB y Picnic, anunciaban la excelente iniciativa de #stayhuman que, a mi modesto parecer, es un acertado propósito colaborativo con una llamada de atención al lado más humano de los futuros liderazgos. Un gesto esencial del que, de una manera reflexiva, se pueden extraer muchas enseñanzas.

La iniciativa en sí merece unos momentos sustanciales de atención, a pesar de la ingente cantidad de información que a todos nos rodea, porque pone de manifiesto un necesario esencialismo que, a la vez que nos vamos incorporando a la llamada nueva normalidad, será un punto de inflexión para construir un nuevo futuro más humano y creativo.

Venimos de un confinamiento duro y doloroso, donde por suerte también hemos visto; por parte de empresas y ciudadanía, gestos y actitudes que han puesto de manifiesto una solidaridad y humanismo que no veíamos en nuestra rutina diaria o, si se producía, tampoco estábamos en condiciones de prestarle la atención debida, por culpa de la aceleración diaria que a todos y todas nos embarga.

Pero motivado por ese obligado alto en el camino, donde nos hemos topado con el miedo y la certeza de la fragilidad del ser humano; con las lágrimas y la desesperación ante lo desconocido; con la pena honda de ir dejando en el camino a familiares y amigos, sin la oportunidad de despedirse y despedirlos; motivado por ello, como digo, nos surge la oportunidad de aplicar otras maneras de comportamiento en el devenir más inmediato.

Que a partir de ahora nos sepamos forjar en una existencia más nutritiva de colaboración; que con lo aprendido durante este confinamiento duro y responsable, sigamos apelando al lado más humano del que hemos podido servirnos para salvarnos y salvar la circunstancia; que todo el acontecer oscuro que hemos atravesado, nos sepa dejar una enseñanza más profunda de cómo construir un bien común del que todos y todas podamos beneficiarnos. Un ser conscientes de que las personas, con su individualidad enriquecedora e irrepetible, son lo primero.

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Comusicación

Comusicación

Los que, desde la infancia, padecemos una timidez crónica que nos hace estar volcados hacia dentro, con cierto pánico escénico y no sin cierto temor al exterior que acontece; por sentirnos algo más vulnerables, sin embargo reconocemos una envidia sana hacia las personas que saben desenvolverse como pez en el agua, socialmente, imbuidos de esa personalidad protocolaria que propaga la atención exacta ante cualquier momento solicitado y decisivo.

Traigo esta breve reflexión a colación de las líneas que escribo, porque me pasó al conocer por primera vez a Adolfo Corujo: Socio y Chief Strategy and Innovation Officer de la firma Llorente&Cuenca -LLYC-. Tuve la sensación de estar ante un verdadero crack de la comunicación que, con un lenguaje no verbal desenfadado y certero, se movía con una maestría inusitada por cualquier escenario o atril que le pusieran delante. Observándole detenidamente, veía a un relator de historias a las que él, con ímpetu y profesionalidad, les añadía ese salpimentado de pasión para hacer con su transmisión de pedagogía, un material mucho más cercano y digerible.

Y luego, volviéndome a sorprender muy gratamente, he tenido la oportunidad de asistir a una de las primeras presentaciones en Madrid de su libro: “Comusicación. Lecciones de comunicación de dieciocho genios de la música donde una nueva faceta del multifacético Adolfo Corujo; en este caso la de escritor, se me mostraba con enorme sorpresa por cada una de sus páginas.

Sin temor a equivocarme, una vez releído el libro que Adolfo ha tenido a bien en escribir, creo que estamos ante un verdadero manual de comunicación que puede servir de gran ayuda a profesionales y empresas de cualquier sector, en un mundo hiperconectado, con entornos VUCA, donde se busca afanosamente un relato vital que, preñado de propia personalidad, sea capaz de ofrecer una reputación de confianza a los distintos actores intervinientes.

Nada más abrir el libro; en el prólogo escrito por José Antonio Llorente – Socio Fundador y Presidente de Llorente&Cuenca- y otro maestro exquisito de la comunicación, ya nos anuncia el apasionante recorrido que nos deparará la lectura de sus páginas. Dice José Antonio: “Quizá no hayamos dado todavía con ese nuevo relato digital, hipertransparente e ilimitado pero, mientras esperamos una nueva manera de interpretar y de contar las cosas, el ejemplo de los clásicos sigue siendo radicalmente actual, quizá más necesario que nunca. Esa es otra gran lección que le debemos al presente libro”.

Adolfo Corujo, partiendo del trabajo y anécdotas de grandes mitos de la música cómo Bob Marley, Bruce Springsteen, João Gilberto, Sam Phillips; entre otros, nos va mostrando la posibilidad de hilvanar sus vivencias a verdaderas lecciones de comunicación; de ahí la mágica simbiosis que, desde el título: Comusicación, el autor consigue esa asociación íntima para deleite y disfrute del lector.

Estamos ante un libro, manual, construido para subrayados múltiples e interminables relecturas. Nos sirve para remarcar frases importantes que, a lo largo de sus páginas, se enmarcan como verdaderos aforismos para retener de continuo en la mente de cualquier lector interesado por tanta pedagogía constructiva. El libro nos lleva de la mano, despacio, humildemente, y su narración, impulsada por la pasión de la que le dota el autor, nos va entrelazando mundos y anécdotas para hacer de la comunicación un mundo mucho más profesional en el que, los propios arpegios musicales con los que los dotemos, se conviertan en humano itinerario para las personas.

Dice el propio autor: “Este libro puede ayudarte a entender cómo puedes sacarle más partido a la comunicación y contribuir en la modificación de determinados clichés que ya no son útiles”. Invita a desaprender, para aprender de nuevo, lo cual es dotar de una actividad apasionante a la propia filosofía del conocimiento. Nos muestra el para qué, como él bien dice, de tal forma que las conversaciones que entablemos se nos conviertan en material y herramientas más productivas.

Nos vuelve a atrapar a lo largo del texto; a incidir en la mezcla importante que puede haber entre música y comunicación; o viceversa. Nos enseña el camino sinuoso por donde poder trazar un ejercicio de persuasión con el ejercicio responsable de la escucha activa, los contenidos de calidad y las relaciones personales. Estamos ante una obra; un trabajo de autor, que demanda nuevos enfoques para nuevas realidades, a la vez que también llama la atención sobre valores intangibles cómo las conversaciones humanas; más hondas y fructíferas que, germinadas en el terreno de la confianza mutua, puedan ofrecernos un marco de acción mucho más duradero y beneficioso.

Adolfo Corujo se involucra completamente a lo largo de las páginas de su libro: Comusicación. Dota su trabajo de una pasión que abraza el interés del lector. Lo atrapa; le va guiando por sus líneas pedagógicas para enseñarle con esmero; sin petulancia y ego pasado de vueltas. Repasa los puntos importantes que hay que tener en cuenta; los vuelve a resumir un poco más adelante; te nutre también con obras de otros autores para su consulta, aparte de donarte su espléndida lista musical en Spotify, la cual está configurada para disfrute de los sentidos.

Incide mucho en la relevancia del propósito; del para qué en cualquier proyecto de comunicación profesional y responsable. En la cercanía y la consistencia de dicho propósito; su coherencia como fundamental guía; el mapa transparente donde se dibujará la esencia personal del que lo lleve a cabo. Y alerta, dibujando un importante aviso para navegantes: “Si nuestra actividad no persigue cuestionar lo establecido para mejorar lo que nos rodea, no somos agentes del cambio”.

El autor nos invita a una profesionalidad más creativa, ejerciendo la tarea de desaprender y volver a aprender, mientras cuestionamos los caminos trillados para anticiparse y recorrer otros mucho menos transitados. Eleva la propia tarea de la comunicación, a arte con esmero; a progreso reputado; a esencia misma del que, o la que lo está llevando a cabo. Y el texto vuelve a aparecer cómo un trabajo limpio, esforzado, para beneficio y aprendizaje de empresas y ejecutivos.

Adolfo Corujo, entre otras muchas cosas, también habla en su libro del legado. Y te propone construirlo más pronto que tarde, hilvanando en él la trascendencia de los mejores momentos, los cuales están llamados a construir una nueva historia. He aquí sus consejos: “Si sabes lo que quieres dejar cuando tu gestión termine, escríbelo y que te ayuden a convertirlo en una historia (no en un grupo de mensajes). Deja para el recuerdo cada hito, cada paso, cada momento que simbolice esa gestión. Visualiza mentalmente las piezas finales que servirán de fotografía del legado. Involucra a todos los que consideres que representan cada parte de la historia. Hazlo en vida, contrata a los mejores, coproduce el contenido, asume tu protagonismo, disfruta del momento, escoge el desafío. Difúndelo”.

En cualquier caso, me quedo con uno de sus más humanos consejos: “Las personas son ‘el rey’, el contenido es una excusa”. De ahí que les invite a disfrutar del contenido de sus páginas; de la profesionalidad y el conocimiento que difunde; del legado personal que nos va donando y transmitiendo. Lo expresa perfectamente en la frase final de su libro: “Aquí tenéis un amigo”.

  • Artículo publicado en Beers&POLITICS

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Transformación digital de la Comunicación

Transformación digital de la Comunicación

Para poder observar la continua transformación digital de la comunicación, nada mejor que adentrarse en la web de Llorente & Cuenca, por cuyo entramado de constante trabajo y creatividad, fluye una pedagogía compartida que los hace grandes; como equipo, y como hombres y mujeres que ponen a disposición de los demás un talento que repercute de lleno en la tarea de construir una sociedad mucho mejor y más dinámica.

Su propio fundador y presidente: José Antonio Llorente, me escribe un mail dándome cuenta de las novedades que incorporan en su espacio, redoblando con su actitud la admiración que siento por él y, por qué no decirlo, el sentimiento de nostalgia que a veces me invade, cada vez que compruebo el buen hacer de todos ellos y la profesionalidad a raudales que muestran en todas y cada una de sus acciones.

Todavía recuerdo la primera vez que conocí sus instalaciones en el centro de Madrid. Mientras permanecía sentado, a la espera de ser recibido, todo lo que allí observaba ya se quedó para siempre en mi memoria como sentimiento de total admiración: profesionalidad, buenos modos, comunicación profesional, profunda y enriquecedora labor de equipo. Era todo; desde la decoración de sus cuadros, la manera amable de saludarte en recepción, las grandes pantallas para mantener reuniones online, los exquisitos documentos que podías leer en su web… Era todo; absolutamente todo, haciendo un conglomerado de enriquecedora admiración y respeto.

Luego tuve la suerte de conocer a muchas de las personas que hacen grande a Llorente & Cuenca: Alejandro Romero, José Manuel Velasco, Ivan Pino, Luis Serrano y un largo etcétera que me haría casi interminable la lista en este breve artículo. Todos ellos, desde sus respectivas áreas y responsabilidades, enseñando con verdadera pasión el conocimiento que poseen y que siempre comparten.

Ahora han remodelado con acierto su exquisito espacio y, nada más visitarlo, ya le sugieren al visitante una constructiva tarea: Anticípate, con cuya acción será mucho menos complicado comprender y administrar los tiempos apresurados y de constantes cambios en los que estamos inmersos. Y lo que es más importante, le ofrecen al cliente la oportunidad de ser el auténtico protagonista de su historia, construyendo su propio relato o storytelling, desde la ética y la transparencia radical. No cabe otra y, por lo tanto, anticiparse al presente que transita veloz, evitará sobresaltos de cara al futuro. Les invito, pues, a visitar su excelente trabajo y su siempre necesaria pedagogía. No se arrepentirán.

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Brillar desde dentro

Brillar desde dentro

Como casi cada noche, acurrucado entre el silencio más decente y creativo, rodeado de libros que me regalan su impagable pedagogía, he hecho un alto en el camino para leer con detenimiento un sustancioso artículo de José Manuel Velasco. Leer con parsimonia, lo que escriben los otros, porque merecen la mejor atención y el mayor de los respetos. Ponerse en su lugar, a modo de nítida empatía, de tal forma que podamos entender su significado y contenido de la mejor forma posible.

https://twitter.com/nataliasara2/status/1107652404386975746

Si la memoria no me falla, he tenido dos encuentros reposados con José Manuel. Encuentros en los que, intentando no violentar el terreno de su apretada agenda, sin embargo nos dio pie a unas conversaciones tranquilas, siempre a orillas de un Madrid frenético, reventón de prisas y reuniones que, al fin y a la postre, nos va contagiando a todos de un nerviosismo casi unánime.

Debo decir, en honor a la verdad, que la primera impresión exterior que me llevé de él, era aquella estatura generosa con la que se fue aproximando hacia mi para estrecharme la mano y darnos el consabido saludo de rigor. Un hombre muy alto, por así decir, lo cual también daba un tinte de seguridad a aquella instantánea puntual y programada. Luego, pasado algo de tiempo, volví a tener otra conversación con él y, al menos en el registro de mis adentros interiores – como yo suelo llamarlos – por el tono y los asuntos tratados, pasó a engrosar la lista de lo que yo llamo amigos, esperando que el sentir sea mutuo, dicho sea de paso.

José Manuel tiene un lenguaje no verbal en sus manos que me gusta. Las va moviendo al son de sus palabras que, en definitiva, suelen ser un himno sagrado de comunicación que es para lo que él ha venido a este mundo. Y una comunicación reflexiva; reposada primero hacia adentro, para después salir al exterior con un mensaje que se imanta rápido en el interés de sus oyentes. Tiene el rostro serio, eso sí, pero también es una manera de preservar el niño soñador y anterior que fue y sigue siendo.

Y en este artículo al que me refería, donde José Manuel interpela a los lectores con una pregunta que encabeza o titula todo su escrito: ¿Brillas o iluminas?, nos pone sobre la mesa una cuestión muy de fondo que, a lo largo del artículo, con el torbellino de sus enriquecedoras ideas, nos va llevando hasta una monumental declaración de intenciones para llevar siempre consigo en la mochila de la comunicación diaria, o el comportamiento estético que uno debería regalar de continuo a los demás. Termina José Manuel su artículo de esta forma: (…) “En un mundo atenazado por incertidumbres y miedos necesitamos a referentes que iluminen caminos. Esas personas de referencia no pueden ser, como en gramática, meros signos lingüísticos que poseen sólo significante y referente y carecen de significado lingüístico, como es el caso de los nombres propios, los pronombres y las anáforas. Esas personas que ejercen como faros tienen los valores humanos cincelados en sus nombres y apellidos emiten ideas para que otros piensen y ponen su conciencia crítica al servicio de la sociedad.

Hablamos mucho, en exceso. Escuchemos más a aquellos que brillan desde dentro, desde una belleza interior que no necesita luz artificial para encenderse e iluminar”.

Brilla pues, con luz propia, el artículo de José Manuel Velasco. Y lo hace porque a lo largo del texto, aplica con miramiento palabras con sustancia. Escribe haciendo un recorrido, como diría Ortega, que va desde la creencia hasta la idea. Y en ella se para para hacernos reflexionar y trabajar la conciencia; la libertad individual; la somera capacidad de raciocinio, de análisis personal, de amor exquisito por las preguntas que tal vez nos suministren las buscadas u otras respuestas.

Brilla e ilumina, como él mismo menciona en su texto. Y de eso se trata; de llegar hasta los otros, ese plural tan en desuso, muchos veces ahogado entre un solipsismo obsceno y el círculo vicioso y sin fin de los asuntos propios. Brilla e ilumina porque apela a un faro ético que sirva de guía; a un referente que a la vez que nos tatúa sus significados, consigue hacernos mejores. Brilla e ilumina, como digo, porque invita a la escucha activa y al sosegado respeto que ha de producir cualquier entendimiento. Pide; que no es poco, poner de manifiesto la belleza interior. Y el reto no es baladí, dado que en el artículo le ha salido el comunicador de raza que se expone y lleva dentro.

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A José Antonio Llorente

A José Antonio Llorente

En estos tiempos agrios y convulsos en los que estamos inmersos, no sé si resulta revolucionario comunicar la admiración por alguien, dado que; entre la dictadura de las prisas que asumimos y los egos revueltos que nos afectan, puede parecer que es un acto de flojera interna; una redención del fuerte carácter, o incluso una manía extraña de no acatar el discurso del odio, tan en boga.

En cualquier caso, como al despuntar la mañana me apeteció construir estas breves y muy modestas líneas, voy a intentar transmitir la admiración que siento por José Antonio Llorente, al que ustedes pueden seguir en twitter en su perfil @jallorente y, de paso, leer su excelente libro “El octavo sentido” que habla de la comunicación como factor clave para la sociedad del siglo XXI.

José Antonio Llorente es, entre otras muchas cosas, fundador de la primera consultoría de comunicación en España y América Latina Llorente&Cuenca . Pero lo que a mí me llama más poderosamente la atención, independientemente de su proyección de persona pública y profesional, es la faceta verdaderamente humana, sin cuya trayectoria vital creo que es imposible una comunicación que llegue a los sentidos.

José Antonio cree en lo que dice; lo asume como propio, de ahí la energía y el ejemplo que ha sabido transmitir al grueso del equipo que le rodea. Posee un excelente carisma para las relaciones personales y, sobre todo, una estética inusual que afianza la elegancia de su comportamiento. Esto, por otra parte, no sé si se aprende o, por el contrario, ya viene fijado en la propia raíz mineral del adn de cada cual, como muestra esencial de la propia personalidad.

La admiración por tanto, también exige la muestra sincera de agradecimiento. No el halago fácil que acaso se lleva más en las relaciones sociales y en los actos más protocolarios; sino las gracias más verdaderas, nutridas con un mensaje más hondo que nos habita de continuo en las habitaciones de la sangre. Y desde ahí le quiero dedicar mis muy modestas líneas a José Antonio, a modo de guiño fraternal que haga un intento de crear palabras con sustancia. Del corazón al aíre; o acaso al post que ahora finaliza, no sin antes hacer también eco de una frase suya a modo de aforismo: “ lo verdaderamente importante no es cómo llamamos a las cosas, sino cómo son las cosas de fondo y de verdad”. Y en esa verdad honda reside él; o lo que de continuo transmite. Gracias por tanta y tan buena pedagogía necesaria.

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Circo mediático

Circo mediático

Asistimos desde hace mucho tiempo a un circo mediático, obsceno y repetitivo, del que parece que casi todo el mundo quiere formar parte. Una realidad líquida en la que se hecha en falta lo que Adela Cortina siempre ha demandado; esto es, un pacto mínimo, ético y moral, entre las partes. Pero como ello, de momento no sucede, cada cual se cree con la capacidad de decir lo que mejor le plazca, en un río de egos revueltos para ganancia de pescadores avispados donde, en ausencia de verdades contrastadas, la media verdad se convierte en el preciado botín de los más mediocres.

Apelando al consabido genérico de “la ciudadanía”, donde cada quien y cada cual se cree en el derecho de sumar su dosis de populismo, para el beneplácito de las más bajas emociones, se parte del hecho inaudito de creer que ese genérico al uso, llamado “ciudadanía”, son una pasta de seres a los que hay que enseñar contínuamente, aparte de dar por asumido que no están a la altura de tanto expertazo y, por lo tanto, se le puede engañar fácilmente con las herramientas de la treta, la verdad a medias y la arenga a voz en grito para levantar el ánimo.

Se construyen grupos de personajes encasillados en rediles; cacareos repetitivos para expandir el ruido y medias verdades muy protocolarias que llegan a alcanzar una viralidad de espanto. No les da por formar equipos de alto rendimiento donde la suma de las partes contribuya a revalorizar la misión común y los marcados objetivos; ni por expandir el ejemplo cívico de una comunicación transparente donde todo fluya; ni por el mejor de los desempeños para invitar a mejores y más ilusionantes alianzas. No; por eso no les da. Les sigue dando por creerse más listos que el común de los mortales, desde las atalayas pagadas con el dinero de todos y todas, cuya simbología esencial sería, y es, prestar un servicio a las personas que le han otorgado dicha representatividad y confianza. Se representan a ellos mismos, inmersos en una matriz de prioridades, cuyo centro esencial siguen siendo sus asuntos propios.

Y luego uno lee voces de la parte discordante, apelar al respeto a las instituciones y a la ética, sin una autoridad moral que les avale. Porque cuando ha visto a ciertos personajes acudir al puesto de trabajo cuando les viene en gana; derrochar dinero público a mansalva; medrar en todo tipo de escenarios; obrar desde el cinismo más frío y enfermizo; utilizar lo que sería de todos para el propio beneficio y tratar a los suyos propios, creyéndose siempre superiores, cómo poco menos que objetos de usar y tirar, dependiendo del antojo, hay que ser muy certeros en el obsceno postureo para que el entramado de mentira desvergonzada, cale.

Se echa en falta una pedagogía cívica pausada y reflexiva, una verdadera autoridad moral que, desde la imparcialidad más objetiva, sea capaz de parar el golferío reinante; proceda de las filas que proceda. Se echa en falta que los teóricos de la cosa, sobre todo y ante todo, primero se respeten a si mismos, desde una conciencia limpia, autocrítica y profundamente empática. Se echa en falta que alguna vez el mal no pueda ser rentable; que la integridad sea el lema más subliminal y ejemplarizante; que el dócil silencio no vuelva a otorgar carta de complicidad a los más tóxicos y dañinos. Se echa en falta una limpia creatividad que, en vez de desafección, nos traiga nuevas perspectivas. Dado que si ello alguna vez sucede, como los equipos excelentes, estaremos en disposición de celebrar la victoria conjunta.

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La esencia del mail-marketing

La esencia del mail-marketing

La esencia del mail-marketing o su buen uso en cualquier campaña publicitaria nos puede servir para desterrar la mala imagen que; merecida o no, acarrea cómo un lastre la propia actividad del mercadeo o mercadotecnia que, a grandes rasgos, no es sino la disciplina que analiza el comportamiento de los mercados y sus consumidores.

En no pocas ocasiones, la propia función de hacer marketing, se identifica con la acción de vender un bien o servicio a toda costa, sin tener muy en cuenta las necesidades y gustos del potencial cliente. Se identifica también con una tarea apresuradamente lucrativa, con poco trasfondo de comunicación bidireccional entre vendedor y cliente, cuyo principal objetivo parece ser el propio cierre de la venta en si, sin importar otra serie de circunstancias que, a la larga, tratadas con esmero y la profesionalidad esperada, si que nos pueden reportar un sustancioso y duradero beneficio para ambas partes.

El uso de la campaña de email marketing, por lo tanto, ha de ser una importante herramienta con la que sepamos generar confianza en el cliente, obteniendo a cambio, con ello, su lealtad y fidelización hacia la marca o empresa que en este caso esté ofreciendo sus servicios. Y la confianza es el primer gran eslabón que, de darse, sabrá tejer las relaciones duraderas con el cliente, puesto que con ella nos estamos ganando su fiabilidad, la cual notaremos por su recurrencia en el tiempo por nuestros bienes o servicios. Se fía de nosotros, confía y acude a nuestros servicio o productos porque sabe que somos los que mejor cubrimos sus necesidades.

Nuestro primer mensaje pues, es indicarle al cliente que nosotros no estamos vendiendo nada, porque sí; cómo fin único y último, desterrando de esta manera la frialdad y el mero mercantilismo en la relación. Sí le vamos a hacer comprender que nos dedicamos a cubrir sus necesidades y demandas con los mejores productos del mercado y para ello vamos a entablar unos nexos de unión que nos reporten mutuos y duraderos beneficios.

Cada campaña de mail-marketing, por lo tanto, es una oportunidad que nos va a permitir la relación personalizada con cada cliente, dependiendo de sus afinidades, gustos y necesidades. El cliente va a percibir que no es una publicidad fría y generalista, sino que por el contrario se entabla con él una comunicación sincera y directa; bidireccional y útil, demostrando con ello el valor ético e intangible de la empatía. Y lo que es más importante: le mostramos pormenorizadamente en cada comunicación personalizada con él que nos comprometemos a nos ser invasivos; a aclarar todo tipo de dudas que le surjan; a valorar y tener acceso a la opinión de otros clientes; a mostrarle las indicaciones y el buen uso del producto; a hacer un seguimiento a conciencia de su evolución; a seguir analizando y estudiando sus futuras necesidades.

A fin de cuentas, describirle que tenemos a su disposición un canal vivo, directo y birideccional cuya mejor y más importante ventaja es que lo hemos construido a su medida, para que nos siga nutriendo con su confianza y participación.

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Importa la actitud

Importa la actitud

Hoy es la primera vez que escucho y sé de la existencia de Victor Küppers y he tenido la ocasión de hacerlo, gracias a su participación en la feria anual #Empack2017 celebrada en Madrid. En seguida me he aplicado el dicho de: “nunca es tarde si la dicha es buena”, cuya pedagogía tiene el poso antiguo de la sabiduría popular. Y puedo decir que no me ha defraudado; muy al contrario, ha centrado toda mi escucha activa durante su maravillosa intervención.

Nada más verle caminar hacia el atril, abriéndose paso entre las dos concurridas filas laterales de asistentes, ya me puso en alerta de lo que más tarde iba a ocurrir. Me fijé en su lenguaje no verbal y su manera de vestir; pistas que, sin decir todavía una sola palabra, ya me avisaba de que estaba ante un comunicador nato. Y lo más importante, un comunicador que le pone pasión a todo cuanto dice. He ahí uno de los mayores secretos de su éxito.

Victor Küppers se presenta con una mezcla de humor, modestia y retranca, lo cual facilita al público ir entrando en materia. Su primera enseñanza es que, por muy famoso que sea, no hay que pedirle permiso para escucharle, dado que algunos suelen perderse en el olimpo banal de su ego que, como es sabido, se construye a base de humo y huera endogamia. Él, por tanto, nos avisa de que aquello es un acontecimiento terrenal y, por lo tanto, no está enfocado a seres endiosados. Facilita la comunicación, envolviendo su mensaje en una tonalidad fácil y amable.

Su intervención deja como importante aforismo: “lo importante es la actitud” y, a partir de ahí, nos desgrana la importancia de la psicología positiva, basada en la alegría de vivir y el gesto amable. A veces me recordaba a Ortega, desmenuzando su filosofía hasta hacerla entendible a cualquier público. Y ese es otro gesto que le honra y le engrandece: no viene a dar chapas envueltas en tomos de curriculum, sino a dar pinceladas de actitudes para que vivas con entusiasmo. Son de esas personas, como digo, que su puesta en escena se te queda, por siempre, tatuada en las galería del cerebro; y su pedagogía necesaria y cívica.

Les aconsejo, por tanto, que vayan a verlo en vivo y en directo. No tiene desperdicio, lo cual ya es un anticipo de la sustancia exquisita de la que dota a sus palabras. En cualquier caso, aquí tienen también su blog personal para ir abriendo boca. Les adelanto, con absoluta certeza, que no les defraudará. En mi caso, a pocas horas de haberle escuchado, ya estoy leyendo alguno de sus libros. Háganme caso y disfruten.

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Luz de mirada

Luz de mirada

Como decía hace unos días, formo parte del grupo #marketing17 que los distintos avatares del destino nos han hecho confluir a un grupo de personas. También mencioné que, si la inspiración acude, me gustaría relatar algo de todos y cada uno de ellos, a modo de escueta referencia, porque es aconsejable ponerse en el lugar de los otros y citarlos, a modo de desprendimiento y empatía.

En esta ocasión traigo a colación a Eva, cuya luz de mirada es una chispa centelleante que no escapa a las retinas más atentas. Torrente de nervios y conversación; siempre llama la atención, como digo, su luz de mirada; su gesto humano y noble, no exento de ágil picardía. Eva es puro nervio entre el cúmulo de momentos que transcurren, movimiento constante, rápida conversación y creatividad en estado muy latente.

Mujer hecha a si misma, de fondón humano y sensible, todavía está aprendiendo a revestirse con una corteza para que el mundo no la dañe en demasía. Y por ese factor humano me llamó la atención desde el principio, dado que ello es siempre un punto de humanidad muy al desnudo. Mira siempre en modo transparente y noble; lo cual, para los tiempos reversibles y turbios, es muy de agradecer.

Apresurada hasta en los ínfimos detalles, parece querer derrochar a cada paso una juventud que no se le acabase nunca. Alegra la conversación, cual imponente torbellino, y tiene en el rostro un himno de alegría que resulta contagioso. Al hablar toca con sus manos otros brazos, busca la experiencia emocional de la que tanto hablamos en nuestro grupo de trabajo; se entrega al momento puntual de la pedagogía y el aprendizaje. Eva es así, apasionada y transparente, sabiendo de sobra el plus de riesgo que semejante carácter le suma a la existencia.

Le deseo todo lo mejor de cara a su futuro, dado que tiene capacidad y creatividad suficiente para contrarrestar las puntuales y algo adversas circunstancias. Ella vive con una alegría en positivo, lo cual es fundamental para convertir el presente inmediato en fortalezas de futuro. Se lo merece y su empeño continuo será una de sus grandes ayudas, más las amistades conseguidas a través del imán de su carácter. Mi más fraternal abrazo para ella, desde estos instantes compartidos y constructivos.

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